La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos. Es algo que vamos formando desde niños y que nos ayuda a aumentar nuestra sensación de competencia, seguridad, confianza y a relacionarnos mejor con otras personas y con el mundo que nos rodea. 

 

La influencia de las personas significativas de nuestro entorno, en la autoestima del niño, es algo contrastado en muchas investigaciones. Es por eso que, es muy importante conocer nuestro grado de responsabilidad e influencia, para poder guiar a los niños desde pequeños, y enseñarle a que sepan valorarse. 

 

Así, crecerán con una autoestima sana y exitosa.

 

1.- Corrígelos en privado:

Empezamos por las cosas más importantes. Recordemos que, aunque niños y con una edad bastante menor a la nuestra, ¡Son personas!. Algo que parece obvio, pero que solemos olvidar. A ninguno le agrada que nos llamen la atención delante de nadie. Que nos corrijan a gritos, “No se hace así, te lo he dicho mil veces”.

A ellos tampoco les beneficia, es más, es algo que perjudica tanto a su autoestima, como a sus creencias. Además, una descalificación en público provoca que los demás les etiqueten del mismo modo.

 

2.- No hables de sus problemas con otras personas, estando él presente:

 

Otra cosa que solemos pensar, es que cuando hablamos entre adultos, el niño no es capaz de enterarse de la conversación, como si hablásemos en “otro idioma¨”. Es un error muy frecuente, puesto que los niños comprenden más de lo que aparentan. En ocasiones nos olvidamos que están ahí “Si pues el niño ahora se está haciendo pipí en la cama, pasamos las noches muy mal, no puede dormir en casa de ningún amigo y está muy irritable”. 

Los niños aprenden de lo que escuchan a construir su identidad y a entender el mundo que les rodea. ¿Cómo te sentirías si las personas más importantes de tu vida fueran contando tus intimidades a cualquiera?.

 

 3.- No compares su comportamiento con el de otros:

 

Nunca hagas comparaciones, con su hermano, con un amigo o con otro niño. “Por qué no te portas como tu hermana? ¿Acaso no ves lo bien que se porta ese niño?” Este tipo de mensajes dañan mucho su autoestima. Le estás pidiendo que deje de ser quien es, y eso es algo imposible. Aumentan la impotencia, el enfado y la sensación de fracaso, recordándole cuáles son sus defectos y dándole una sensación de inferioridad respecto al resto.

Recuerda que cada persona es especial y única. Fomenta que mejore, pero siempre en relación a él mismo y con mensajes positivos.

 

4.- Nunca le insultes:

 

Elemental, partiendo de la base de que los niños construyen la realidad según lo que ven, lo primero que ocurrirá es que ellos utilizarán ese tipo de descalificativos con otras personas. “¿Por qué ellos si pueden y yo no?”  Pero no se trata sólo de eso, sino que lo que para nosotros puede parecernos insultos "inofensivos" (tonto, idiota, empanado, etc.) a ellos le calan muy hondo en su personalidad, la cual aún no está desarrollada y no posee herramientas defensivas.

Por lo que lastiman su identidad, integrando y creyéndose que son realmente así.

 

5.- Permite que aprenda de sus fallos:

 

Todos cometemos errores, y también aprendemos de ellos. Deja que sean ellos quienes tomen esos “riesgos” saludables. Que aprendan que los juguetes se rompen con un mal uso, o que, si corre muy deprisa y sin mirar por donde va, seguramente se tropiece y caiga al suelo. Si eliminamos los riesgos de la vida de nuestros niños, también eliminamos el desarrollo de su confianza y su autoestima.

 

6.- Corrige la acción del niño equivocada sin etiquetarlo:

 

No es lo mismo decir “Eres un niño malo” que “Eso que acabas de hacer está mal”. Las etiquetas que ponemos son muy difíciles de eliminar y pueden modificar por completo a la persona. Si repetimos una y otra vez a un niño que es malo, éste se lo terminará creyendo y actuará en consecuencia. “Total, si soy un niño malo y los niños malos hacen esto, pues yo lo hago.” Por lo tanto, se van a comportar según las etiquetas que lo definan.

Es más, estamos acostumbrados a resaltar las cosas que hacen mal con el fin de que no se vuelvan a repetir, pero debemos de darle más importancia a todas aquellas cosas que hacen bien, para que sigan manteniéndose y mejorando. Por lo tanto, tenemos que pasar de la crítica al elogio. Recuerda fomentar todo lo que hace bien. A todos nos gustan que nos reconozcan nuestro esfuerzo y nuestro trabajo bien hecho.

 

7.- Tome en cuenta los sentimientos del niño:

Los niños necesitan aprender a conocer, aceptar y regular sus emociones. Es un error quitarle importancia a aquello que provoca en ellos esos sentimientos. Es decir, lo que para ti puede ser un simple juguete, para ellos puede ser muy valioso y su pérdida un momento importante. Cuidemos nuestras palabras “¿Por qué lloras? Si es solo una muñeca, venga yo te compro otra y listo, deja de llorar”.

Para ellos no son simples cosas, tiene un valor y debemos de respetarlo. “Esa muñeca era importante ti, ¿verdad?, estás triste y por eso lloras, vamos a ver qué podemos hacer para que te encuentres mejor.”  Tristeza, enfado, soledad, vergüenza … son sentimientos que tienen que experimentar, y nosotros tenemos que estar a su lado para mostrarles que no es malo sentirse así. Hágale ver que sus sentimientos son importantes.

 

 

8.-Sé cariñoso en todo momento:

 

Se trata de quererlo y aceptarlo tal y como es, y para eso es necesario demostrarle tu amor incondicional. Habla positivamente, dale besos y abrazos, préstale tu atención y recuérdale lo importante que es para ti. Nunca des por hecho que ellos lo saben, hasta cuando tengas que corregir una conducta.  Reconoce su esfuerzo, a pesar que en ocasiones las cosas no salgan como él quiere. La educación y el amor son dos cosas que tiene ir juntas. Sentirse querido y valorado aumentará su sensación de bienestar y su autoestima.